viernes, 18 de julio de 2014

TEMA POSITIVISMO LÓGICO

Ciencia y seudociencia

En el siglo XX la historia de la filosofía ha vivido ligada a la de la ciencia. Del positivismo lógico de Comte a la seudociencia de Bunge, este es un panorama por los principales nombres y corrientes. Ver más


POSITIVISMO LÓGICO
A principios del siglo XX surgió un movimiento que iba a influir profundamente en la actividad filosófica de la época. Era “la filosofía que pretendía terminar con todas las filosofías anteriores”: el positivismo lógico, que trataba de contrarrestar “los excesos metafísicos” asociados con la filosofía de Hegel y sus seguidores, Su principio: todas las actividades filosóficas y científicas han de realizarse por la afirmación positiva de las teorías a través del método científico.
Los orígenes intelectuales del positivismo lógico se encuentran en tres tendencias filosóficas presentes en Alemania:
>“El materialismo mecanicista”, heredero del positivismo de Comte y de John Stuart Mill. Esta posición rechazaba todo tipo de explicación supernatural o idealista.
>“La concepción neo-kantiana” de la filosofía de la ciencia; se interesaba particularmente en matemáticas y lógica.
>“La posición neo-positivista” de Ernst Mach (1838-1916): las proposiciones científicas debían ser verificables, es decir, ser reducibles a proposiciones sobre sensaciones.
Según el positivismo lógico –bajo las influencias de Russell y Wittgenstein–, el desarrollo de la ciencia se da primero con generalizaciones empíricas formuladas en términos observacionales. El “hablar metafísico”, por contraposición al hablar “bajo la exigencia de verificación”, se convierte en el hablar “sin sentido” que definió, con éxito, Wittgenstein.
El Círculo de Viena, organismo científico y filosófico fundado por Johan Craidoff y Moritz Schlick en 1922, se centró en la lógica de la ciencia, considerando a la filosofía como la disciplina encargada de distinguir entre lo que es ciencia y lo que no. Su pensamiento: el positivismo lógico. Según los positivistas lógicos, el progreso de la ciencia sigue la lógica inductiva: de lo particular a lo general; de hechos a leyes; de lo concreto a lo abstracto; de lo observable a lo teórico.


La crítica del positivismo lógico: Karl Popper
Popper (1902-1994), al entrar en la discusión sobre la filosofía de la ciencia, creyó –en “la lógica del descubrimiento científico”– que su posición era puramente crítica frente al positivismo lógico del Círculo de Viena. Sin embargo, dentro de ese propio Círculo muchos le consideraron un simpatizante del movimiento, aunque con algunas ideas revisionistas: Popper parecía sustituir el principio verificacionista por el principio de falsación (creación terminológica de Karl Popper) como criterio de significación cognoscitiva.
La crítica de Popper comienza con una revisión del problema de la inducción llamado “problema de Hume”. Este filósofo mostró que no existe ninguna cantidad suficiente de enunciados de observaciones particulares que nos permita inferir, lógicamente y sin restricciones, un enunciado general o ley. Popper atacó el problema de la inducción al volver ilegítima la distinción observación-teoría: primero observar y después teorizar. Parecería que en su pureza este modelo exige que el sujeto que observa los hechos de la realidad  “suspenda su pensamiento” hasta que reúna suficientes datos para poder teorizar y formular una ley general.

Conjeturas y refutaciones
Popper afirma con razón que el sujeto que conoce la realidad no puede “deshacerse” de sus expectativas, prejuicios y concepciones (del mundo físico y social) al entrar en contacto con ella.
Lo importante, dice Popper, es que constantemente estamos elaborando teorías acerca del mundo y constantemente las estamos probando. No somos tablas rasas recogiendo datos para después hacer teorías. No podemos serlo, pues estamos inmersos en un mar de expectativas, prejuicios, concepciones, etc., que nos llevan a teorizar sobre el mundo. A estas teorías Popper les llama conjeturas. Así ataca tanto los argumentos de Bacon como la inducción y la distinción observación-teoría.

La falsación 
Popper enuncia como prueba ácida del progreso científico no el intento de verificación de la teoría –siempre incompleto y sospechoso– sino la búsqueda de alguna evidencia empírica que pruebe la falsedad de la teoría. De modo que la falsación es un camino, por principio, indefinido en el que lo más claro que se puede obtener es la refutación de la teoría al caer víctima de la falsación, pero nada asegura la teoría que atraviesa pruebas, satisfactoriamente, no sea falseada mañana. Cualquier teoría es falsable; ninguna teoría es plenamente verificable.
Para Popper, el avance de la ciencia se da en términos de conjeturas y refutaciones. Una condición para que una teoría sea considerada científica es que su contenido sea refutable. En caso contrario, la teoría no pasará de ser pseudocientífica, metafísica o pura creación literaria.


THOMAS KUHN: LOS PARADIGMAS
Thomas Kuhn (1922-1996) presentó (La estructura de las revoluciones científicas, 1962) una perspectiva nueva respecto a la sostenida hasta entonces por los positivistas lógicos y por los falsacionistas.
Para Kuhn, la ciencia camina por una historia de largos periodos de estabilidad (lo que él llama "ciencia normal") que se ven sistemáticamente interrumpidos por cambios bruscos en los que se produce el paso de una macroteoría a otra, sin ninguna posibilidad de comunicación entre ellas. El las conceptualiza como revoluciones científicas.
En su concepción, la ciencia ha avanzado mediante rupturas –revoluciones que consiguen consolidar una nueva macroteoría o paradigma que vuelve a  recomenzar el ciclo–.
Kuhn, con buen criterio, concibe la ciencia como un desarrollo bajo las condiciones de los factores externos y la necesidad de conseguir algún grado de consenso entre los que trabajan en la misma. Ese proceso, inacabable en nuestra historia, se convierte en circular.
Todos podemos ahora constatar que la ciencia no es sólo un contraste formal entre las teorías y la realidad (como hace el falsacionismo de Karl Popper); en la ciencia real, viva, hay debate, tensiones y luchas entre los que intentan enunciar una cosmovisión en cualquier disciplina y los que pretenden otra, o simplemente defender la pervivencia de la teoría clásica.

¿Qué es un paradigma?
Son paradigmas – para Kuhn – las realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante un cierto tiempo, proporcionan soluciones a los problemas de una comunidad científica determinada. Los paradigmas son un modelo de posibles soluciones para problemas científicos con el valor de teorías cardinales para toda la comunidad científica, a las que habría que recurrir en los posibles fallos que aparecen cuando la ciencia “progresa” o cuando, según Kuhn, la ciencia se “acumula”.

Preciencia y la ciencia normal
En algún momento de la historia de la ciencia podrían coexistir diferentes paradigmas dentro de una misma disciplina; a esa etapa, Kuhn la denomina “preciencia”. De esa etapa, los miembros de la comunidad científica pasan a una etapa de madurez cuando por convencimiento acuerdan adherirse a un único paradigma.
La ciencia normal se da cuando la comunidad científica evoluciona bajo un único paradigma. La crisis empieza cuando con inquietante frecuencia los resultados experimentales resultan incompatibles con algunos aspectos de la realidad.
Los periodos de investigación científica normal se caracterizan por su mayoritaria tendencia conservadora. Los investigadores no suelen ser premiados por su originalidad, sino por la lealtad ante el paradigma predominante. Tras la revolución científica de forma previsible se produce una tensión entre los que no quieren dejar el paradigma actual y lo defienden y aquellos que lo quieren cambiar por nuevas alternativas.

Demarcación, verdad, validación
Cada paradigma trata de tener un criterio de demarcación para definir lo que es ciencia, en su ámbito, y lo que no lo es y quedaría, por ello, excluida del consenso de la comunidad científica. No hay verdad absoluta ni permanente. Todo es estabilidad transitoria, crisis y revolución. Sólo hay legitimidad temporal expedida por la comunidad científica dominante. La verdad y la falsedad se determinan por la confrontación empírica del enunciado con los hechos.
Criterio de validación: es la expresión del consenso que otorga la comunidad científica cuando acepta un nuevo paradigma.


FEYERABEND: LA CIENCIA ANÁRQUICA 
Paul Feyerabend está en contra de la idea de que existan referencias invariables de racionalidad, en cualquier campo, incluida la ciencia. No hay principios universales de racionalidad científica; el conocimiento crece por caminos imprevisibles.
La inconsistencia y la anarquía en el pensamiento de Feyerabend  convierte la ciencia en un estado frágil, sujeto a crítica abierta, capaz de descubrir inconsistencias y anomalías. La absoluta libertad es el más eficaz procedimiento selectivo para ir descubriendo una ciencia productiva y creativa. En su obra Contra el método, Feyerabend sostiene que un anarquismo teórico promueve mejor el progreso de la ciencia y la sociedad.
No debemos intentar evaluar una teoría comparándola con otra, obsesionados por descubrir cuál es la mejor y excluyendo al resto. El único principio universal en la ciencia es: “Todo está permitido”. Por ejemplo, es posible plantear un trabajo científico formulando hipótesis que contradigan teorías sólidamente confirmadas. Si actuamos de esta forma rupturista, podemos ganar una nueva perspectiva que la teoría predominante no permite considerar debido al requisito de consistencia entre hipótesis y teoría. El principio de consistencia impide el progreso científico porque busca la preservación de la teoría dominante y no la mejor o la más útil teoría. La formulación de hipótesis en contra de la teoría dominante nos proporciona pruebas que de otro modo no podrían obtenerse. La proliferación de teorías –el anarquismo voluntarista– es benéfico para la ciencia, mientras que la uniformidad favorece el dogmatismo e inutiliza el poder crítico propio de los científicos.
Feyerabend no comparte la idea común de que la ciencia es la mejor forma de obtener conocimiento de la realidad.  “No hay idea, por antigua y absurda que sea, que no pueda contribuir a mejorar nuestro conocimiento”.


MARIO BUNGE Y LA SEUDOCIENCIA
Estamos rodeados de pseudociencia, y necesitamos identificarla para protegernos. La mayoría de los filósofos –recoge Bunge– han intentado caracterizar a la ciencia mediante un único rasgo (consenso, contenido empírico, éxito, refutabilidad o utilidad del método científico...) para identificar el fraude, pero siempre han fracasado: la ciencia es demasiado compleja para definirla con un solo rasgo.
La característica más certera para desenmascarar a la pseudociencia es su inmutabilidad; todo su entorno permanece inmóvil: su comunidad, la perspectiva de su enfoque, la problemática, objetivos, metódica... Es consecuencia de su rechazo a someterse a toda crítica o contraste. La pseudociencia tiene siempre razones para distanciarse del análisis, y sus creadores se dotan del halo de sacerdotes intocables de alguna suerte de religión.

Pseudociencia y filosofía
La pseudociencia, dice Mario Bunge, está tan cargada de filosofía como la ciencia. Sin embargo, la filosofía de la una es perpendicular a la de la otra: la ontología de la ciencia es naturalista (o materialista), y la gnoseología de la ciencia es realista, mientras que la de la pseudociencia es idealista.
La ética de la ciencia es exigente y no tolera autoengaños ni los fraudes que plagan la pseudociencia. En suma, la ciencia es compatible con la filosofía procientífica, mientras que la pseudociencia no lo es. Para conocer la realidad de una propuesta científica preguntemos qué filosofía utiliza y sabremos cuánto vale esa ciencia. Al revés, qué tipo de ciencia respeta una propuesta filosófica revelará qué vale esa filosofía.

Evaluar una concepción científica o filosófica
Bunge ha aislado los requisitos exigibles a una concepción que aspire a retener nuestra atención:
■ Inteligibilidad: ¿Es esa concepción clara u oscura? Si es oscura, ¿se resiste a definirse? Todo texto impreciso, críptico, es sospechoso.
■ Coherencia lógica: ¿Contiene contradicciones o es coherente?
■ Sistemicidad: La perspectiva sometida a análisis, ¿es un sistema o parte de un sistema? ¿Se trata de una conjetura aislada? En este caso, ¿se puede desarrollar en forma de teoría?
■ Literalidad: La concepción cuestionada, ¿contiene alguna afirmación literal o solo es una analogía o metáfora? ¿Esa analogía o metáfora puede ser reemplazada en todo caso por una afirmación literal?
■ Comprobabilidad: ¿Es posible controlar conceptual o empíricamente la concepción en cuestión? ¿O es invulnerable a la crítica?
■ Respaldo empírico: Si la opinión se ha puesto a prueba, ¿las comprobaciones han resultado favorables, desfavorables o inconcluyentes?
■ Coherencia externa: ¿La concepción bajo estudio es compatible con el grueso del conocimiento de todos los campos de la investigación?
■ Originalidad: ¿La perspectiva en cuestión es novedosa? ¿Resuelve algún problema importante?
■ Capacidad heurística: ¿La concepción analizada es estéril o suscita problemas de investigación nuevos e interesantes?
■ Sensatez: ¿Su gnoseología es realista o supone un apriorismo? 
                                                                                                                            TEXTO ORIGINAL EN LA REVISTA FILOSOFÍA HOY