viernes, 18 de julio de 2014

TEMA LA MENTIRA

¿Has dicho alguna verdad en las últimas 24 horas?

la Mentira El primer signo de la evolución superior de una especie animal sería su capacidad para disimular u ocultar lo que convenga a su supervivencia. Los animales que alcanzan larga historia en la vida lo hacen creando recursos para esconderse, para aparentar más fuerza de la que tienen, para ocultar a sus crías o sus alimentos.

Entre todas las especies, solo el hombre ha llevado la sofisticación a comenzar engañándose a sí mismo como la mejor forma de afrontar con mayor naturalidad la mentira hacia los demás. Y llega más lejos; ese entrenamiento le lleva a perder la conciencia de su mentira y asumirla sin duda alguna.
Solo una brillante evolución nos ha podido llevar a ese punto de funcionalidad. En coherencia con ese estado de eficiente confusión, la mayoría de nosotros decimos saber que la mentira es una actitud generalizada, pero no somos medianamente conscientes de hasta dónde llega. Mentimos más de lo que piensan los más desconfiados y buena parte de las veces ni unos ni otros sabemos que previamente hemos metabolizado la falsedad y ya no distinguimos entre la mentira, la media verdad y lo que transmitimos.
Ese grado de perfecta convivencia con la versión más conveniente de las cosas, aunque sea falsa, hace que nos movamos en sociedad con convicción para defender los intereses propios y sigamos teniendo la mejor opinión de nosotros mismos, al tiempo que abominamos de la mentira de los demás como una lacra social.
Vivir con sentido es saber que pertenecemos a una especie que ha alcanzado una gran perfección en el diseño de sus habilidades de falseamiento y mixtificación.

EL ENGAÑO SIEMPRE  ESTÁ PRESENTE


Robert Trivers, antropólogo y experto en Psicología evolutiva, cree que hay engaño en todos los niveles de la vida. El engaño es algo que compartimos con los virus, las bacterias, las plantas, los insectos y muchos otros animales; es omnipresente en la vida. Hay engaño incluso en el genoma; los elementos genéticos egoístas recurren a técnicas moleculares de disimulo para reproducirse más que otros genes competidores.
El engaño, según Trivers, contamina las relaciones fundamentales de la vida, las que existen entre el parásito y su huésped, entre el predador y su presa, entre plantas y animales, entre vecino y vecino, entre padres e hijos, e incluso en la relación de un organismo consigo mismo.
Cabe esperar –escribe Trivers– que haya engaño en casi todas las relaciones internas de una especie, porque esa estrategia ofrece ventajas especiales: el que engaña toma la iniciativa y quien pretende desenmascararlo siempre va a la zaga. Cuando en la naturaleza surge un nuevo estilo de engaño, toma por sorpresa a individuos que a menudo carecen de defensas contra él. Sin embargo, a medida que ese tipo de engaño se difunde, la selección natural también favorece el desarrollo de defensa de las víctimas y al cabo de un tiempo los movimientos contraofensivos acaban por anularlo.
A lo largo del tiempo, el avance del engaño ha generado un retroceso de la verdad, y al menos, ha dificultado la posibilidad de reconocerla.

Robert Trivers

Robert Trivers se licenció en Historia y doctoró en Biología por la Universidad de Harvard. Actualmente es profesor de Antropología y Ciencias biológicas en la Universidad de Rutgers y de Psicología en Harvard.
Su investigación ha profundizado en la biología de los genes egoístas y, como derivación, en la teoría del autoengaño, clave para comprender la estructura cerebral orientada a la supervivencia de los individuos.
Es una referencia mundial en el análisis del altruismo recíproco, la selección sexual y la inversión parental.
                                                            TEXTO ORIGINAL EN LA REVISTA FILOSOFÍA HOY